lunes, 10 de septiembre de 2012

Hoy.

Cuesta volver a las viejas costumbres. Y tratándose de mi, era de esperar. Necesitaba evadirme. Otra cosa. Ver una película. De madrugada. El aire, cada vez más frío, entra por la ventana. Me roza los pies. Después, pensamientos. Uno tras otro llegan y se van, y vuelven a aparecer, y acaban esfumándose. Pienso en el futuro. Es inevitable. Vivir el momento está bien, es lo que uno espera de sí mismo. Pero no es para mi. Y ojalá fuera capaz de decir lo contrario. Pero no puedo engañarme. Ni quiero. Estoy cansada de mentiras. De falsas promesas. De esperar. Y es lo único que puedo hacer. Esperar. Y pensar que mañana será mejor que hoy. Peor que pasado. Diferente. Cambios. Más. Aún más cambios. Y evolución. Evolucionar. Hoy. Mañana. Dentro de un mes. Y dentro de 50. Y a lo mejor yo sigo igual. O no. Las personas pueden cambiar. Digo yo. Y si no, a otra cosa. Escribir sin pensar. Sentir  algo. Después, nada. Hoy no es un buen día. Tengo un nudo en la garganta. Y no sé como deshacerme de él. Lo intento. Pero cuánto más pienso, más grande se hace. Y si no pienso... ¡qué coño! No puedo no pensar. Y aunque quisiera, estoy segura de que me comería el tarro por no hacerlo. Y se acabó. No me entiendo. Joder. Intento ser sincera conmigo misma. Y mirar. Mirar dentro de mí. Pero no sé que quiero. Bueno, sí lo sé. Pero son demasiadas cosas que se van acumulando una tras otras, impidiéndose a sí mismas, llegar a convertirse en algo más. Actos. Sólo se quedan en deseo. En sueños. En nada. Exasperante. Pero ojalá supiera qué hacer. Hipócrita. Sé perfectamente lo que quiero hacer. Lo que tengo que hacer. Dejar de culpar a los demás por mis malas decisiones. Por mis equivocaciones. Por estar de mal humor. Por llorar. Y por llorar por alguien. Sufrir. Y por reír cuando no me apetece. Por compromiso. Y por el miedo. Al fracaso. A la oscuridad. A lo desconocido. A no enamorarme. Y a no enamorar a nadie. Por no aprovechar cada instante de esta vida tan jodidamente corta. Por no vivirla al máximo. No saber apreciarla. Y por no aceptarla tal y como es, con o sin final feliz. Vivir. Sin sentido.

Ti penso... Me encanta el italiano. Italia. Roma. Roma, que me mata. Porque no me deja. Nunca. Me acompaña. Está en mi. Siempre. Dentro. Por mis rincones. Los más oscuros. Y en la luz. Todos tenemos luz. Aunque no todos sepamos mostrarla al exterior. Roma. Está inquieta. Me remueve. Me hace llorar. Por abandonarla. Cada año. Y amarla. Al volver. La necesito. Y ella a mí. Pero sobretodo yo a ella. Y escaparme. Olvidar mi vida. Empezar de 0. Olvidarlos. A todos. Y ellos a mi. Y vivir. Quiero vivir. Ser egoísta. Lo siento. Quizás sólo lo sea en mis pensamientos. Pocas veces lo demuestro. Y lo prefiero. Bueno. No. Miento. Porque serlo con la gente que de verdad te quiere, es peor que serlo a diario. Pero aún así, seguimos. Sigo. A pesar de todo. De las sombras. De la luz. Días grises. Y rojos. Los peores. Y decepciones que se suceden. Sin tú poder evitarlas, en su mayoría. A veces, contigo mismo. Seguimos. Egoístas. Masoquistas. Idealistas. Inconscientes.
Escribo.
Shakespeare decía que... "Estamos hechos de la misma sustancia de los sueños". A mi me gusta pensar que es verdad.


M.

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